Bebé

Si para los adultos tener una temperatura de confort en casa es fundamental para su bienestar, aún lo es más cuando hay un bebé. Así, la temperatura ideal en casa cuando para un recién nacido deberá estar entre los 20 y los 22 grados.

Al no contar con apenas grasa corporal, los recién nacidos no tienen desarrollado el sistema de termorregulación, la función fisiológica que mantiene el equilibrio entre la producción y la pérdida de calor para conseguir que la temperatura corporal esté dentro del rango normal de entre los 36,5º y los 37,5º. Dado que el sistema de regulación de la temperatura corporal del bebé es aún inmaduro es importante que no se produzcan grandes cambios en la temperatura ambiente.

Ahora bien, tan importante como la temperatura es la humedad del ambiente ya que si éste está demasiado seco, el bebé se podrá congestionar. Lo ideal, según los expertos, es una humedad cercana al 50%.

En invierno, puede ser sencillo alcanzar esta temperatura si contamos con un sistema de calefacción “inteligentes” que permiten programar la calefacción del hogar con todo detalle, y que permiten incluso dividir el hogar hasta en doce zonas diferentes (cada zona puede ser una sola habitación, varias o una planta entera).

Por otro lado, en verano, debes tener en cuenta que no es conveniente que el bebé duerma con el aire acondicionado encendido, por ello, lo mejor es que se encendiera un rato antes de acostarle para después apagarlo. Si salimos a la calle con el recién nacido, conviene que en invierno evitemos las horas más frías (primeras y últimas del día) y en verano las más cálidas (las horas centrales).

A la hora de evaluar si el pequeño tiene frío o calor, ten en cuenta que tanto las manos como los piel tienden a tenerlos fríos, por lo que no son muy fiables. Por ello, es mejor que tomes como referencia su nuca o el cuello.

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