Los radiadores son los elementos interiores de calefacción más empleados en las viviendas. Según el material del que están fabricados, existen distintos tipos de radiadores: hierro fundido, aluminio, chapa de acero, tubos de acero…

Sin embargo, para lograr que estos aparatos ofrezcan las condiciones de confort deseadas en instalaciones de calefacción central, la clave no reside en el material con el que están hechos, sino en una buena instalación de los radiadores.

 

Factores a considerar, independientemente de los tipos de radiador

Existe una gran diversidad de modelos de radiadores en el mercado. A la hora de decidirse por uno u otro  conviene tener en cuenta que:

 

¿Dónde instalar los radiadores?

Para obtener el máximo confort térmico, conviene instalar los radiadores en la pared más fría de cada habitación. Esta pared es la exterior y el radiador debe colocarse debajo de la ventana, con lo que se reduce el efecto pared fría (sensación de frío que se tiene cuando nos aproximamos a una ventana).

En algunos casos se recomienda colocar un material aislante en la pared con el fin de disminuir las pérdidas de calor hacia el exterior.

Además, si la vivienda se encuentra en la planta baja o en la última planta del edificio, lo habitual es que se opte por instalar radiadores de mayor tamaño, para compensar las pérdidas de calor que se producen a través del suelo o del techo.

 

Aspectos a tener en cuenta en el interior de las viviendas

El radiador ha de quedar libre de elementos que reduzcan su capacidad de emisión de calor, como cortinas, muebles o cubre radiadores ya que ello incrementa el consumo de energía y dificulta alcanzar la temperatura deseada.

Se recomienda guardar una distancia mínima de 5 cm entre la parte superior del radiador y cualquier obstáculo.

 

Aspectos a tener en cuenta en instalaciones de calefacción central

Todos los radiadores han de estar instalados de manera que se puedan aislar sin interrumpir el servicio en el resto de la instalación si llegado el momento hubiera que realizar actuaciones de mantenimiento o reparación en un radiador determinado de la vivienda. Para ello deben disponer de elementos como válvulas de reglaje, detentores, etc.

Asimismo, deben contar con una válvula de purgado que permita expulsar el aire acumulado, evitando así los problemas que todo ello comporta.

Como estos requisitos son obligatorios desde 1981, puede haber edificios construidos anteriormente cuyos radiadores aún carezcan de dichos elementos.

 

Sobre el funcionamiento de los radiadores

La potencia de calefacción de los radiadores depende de la temperatura del agua que les llega desde las calderas, del caudal que circula por su interior y de la temperatura ambiente del local donde se encuentran situados. Dicha potencia aumenta a medida que la temperatura del agua se incrementa o cuando circula un caudal mayor, mientras que disminuye cuando lo hacen la temperatura o el caudal.

La potencia de calefacción debe ser capaz de cubrir las necesidades del edificio cuando las temperaturas exteriores son muy bajas (temperatura de diseño). Para conseguir un funcionamiento óptimo de la instalación se han desarrollado sistemas de regulación para adaptarlo a las condiciones exteriores.

Los sistemas de regulación

Estos sistemas se basan en la variación de emisión calorífica de los radiadores cuando se modifica la temperatura de impulsión del agua. Se trata de adecuar dicha temperatura en función de la del exterior, de manera que cuanto más frío haga fuera mayor sea la temperatura del agua que llega a los radiadores.

Si se utilizan las calderas apropiadas (“de baja temperatura” y, sobre todo, “de condensación”), la regulación se puede lograr actuando directamente sobre la temperatura de producción del agua en la caldera, ya que este equipo soporta sin riesgo temperaturas de retorno bajas.

Por su parte, las regulaciones interiores de las viviendas pueden realizarse con termostatos de ambiente, siempre y cuando dispongan de una entrada de tuberías única en la que se pueda colocar una válvula motorizada que desconecte la vivienda. Este tipo de distribución es obligatoria desde 1981, por lo que existen edificios construidos con anterioridad que no admiten esta solución.

Otra opción consiste en instalar válvulas termostáticas en los radiadores. Estas válvulas tienen un dispositivo que corta el paso de agua al radiador cuando se alcanza la temperatura de consigna; con las mismas se pueden proporcionar temperaturas diferentes en cada local de la vivienda. En este caso, habría que disponer de un dispositivo de seguridad, asociado a las válvulas termostáticas que proteja a las bombas cuando un número elevado de válvulas haya cerrado.

Fuente: Guía práctica sobre instalaciones centralizadas de calefacción y agua caliente sanitaria (ACS) en edificios de viviendas. Información y consejos para comunidades de Vecinos. (IDAE)