Cáscara de arroz, astilla, pellet… son sólo algunos ejemplos de la gran variedad de combustibles que puede quemar una caldera de biomasa. Sin embargo, hoy nos centraremos en el hueso de aceituna. Este biocombustible es uno de los más utilizados dentro del mercado de biomasa y supone una excelente fuente energética.
El hueso de aceituna posee unas características excelentes por su elevada densidad, humedad en torno al 15% y un alto poder calorífico. De ahí que cada vez el uso de este tipo de biocombustible esté cobrando más importancia en el sector doméstico y residencial para suministro de agua caliente sanitaria y calefacción.
Su poder calorífico es de unas 4.700 Kcal/Kg y genera un residuo en cenizas menor del 1,5 %. Con esto podemos hacer una equivalencia de 2 kilos de hueso de aceituna con 1 litro de gasóleo para combustión. Además, desde el punto de vista del aprovechamiento energético, este biocombustible se caracteriza por tener un bajo contenido en carbón y un elevado contenido en oxígeno y compuestos volátiles. Esta característica, junto con el bajo contenido en azufre (causante de la lluvia ácida), convierte al hueso de aceituna en un producto atractivo para ser aprovechado energéticamente.
Eso sí, hemos de tener en cuenta que el hueso tiene que ser procesado y seleccionado. Es necesario que esté despulpado y secado. Se puede descargar por gravedad o por medios neumáticos. A la hora de diseñar los tornillos sin fin, hay que tener en consideración que es abrasivo y puede desgastarlos prematuramente si no se emplean materiales resistentes.
En cuanto al precio, este biocombustible es más barato que el pellet, pero más caro que la astilla. A la hora de instalar una caldera de biomasa en su comunidad, déjese aconsejar por una empresa avalada en este ámbito, como Remica, que le ayudará a tener en cuenta aspectos como la garantía de suministro local, la estabilidad del precio y la demanda de la instalación, para que su elección sea la que más se ajuste a sus necesidades.