Las comunidades de vecinos que desean renovar sus instalaciones térmicas y cambiar el tipo de caldera deben conocer bien cuáles son sus particularidades para optar por un tipo de caldera u otra.
En aquellos casos en los que las comunidades de propietarios utilizaban calderas de carbón es frecuente que den el salto a la caldera de biomasa. Entre otras razones, porque hay características en ambos tipos de instalaciones que son similares (ambas utilizan combustibles sólidos) y porque, además, la biomasa es un combustible barato y sostenible.
Requisitos imprescindibles de las instalaciones de biomasa
- Disponer de un silo de almacenamiento. La instalación térmica con caldera de biomasa debe disponer de un silo para almacenar combustible. El tamaño requerido será probablemente mayor que el equivalente para un depósito de combustible líquido.
- Contar con un sistema de retirada de cenizas. Necesita que se realice una retirada periódica de cenizas fruto de la combustión; una labor que realizan por sí mismas las calderas de biomasa más modernas.
Beneficios de la caldera de biomasa
- Es sostenible. La calefacción de biomasa se considera sostenible ya que genera un “balance neutro en la emisión de dióxido de carbono”. Al proceder de materia vegetal, la biomasa cierra el ciclo de dióxido de carbono que absorbieron las plantas durante su crecimiento.
- Produce ahorros y beneficia a la economía. Además, la biomasa también produce beneficios económicos: el combustible es barato y permite generar empleo en áreas rurales, prevenir incendios y mantener los ecosistemas naturales.
¿Con qué tipo de biomasa alimentar la caldera?
Existen diferentes tipos de combustibles sólidos que pueden emplearse para alimentar la caldera de biomasa. El tipo de combustible suele variar en función del área geográfica en la que se ubique la instalación. En la Península Ibérica, los tipos de combustible más frecuentes son la astilla, el pellet y el hueso de aceituna.