La caldera es un elemento fundamental dentro de nuestro sistema de calefacción. Sin embargo, según el tipo de combustión que realicen nos encontramos con que pueden ser más eficientes, como las calderas de condensación, o más adecuadas según el entorno en el que se ubiquen. Damos un repaso a todas ellas:
- Atmosféricas: este tipo de calderas realizan la combustión en contacto con el aire de la habitación en la que está ubicada. De este modo, el aire que se utiliza para la combustión del gas se coge del mismo lugar en el que está ubicada la caldera por lo que parte de los gases de combustión quedan también en el aire de la estancia. Por ello, este tipo de caldera, según el RITE, Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios, aprobado desde el 1 de marzo de 2008, establece la prohibición de instalar calderas atmosféricas en los nuevos edificios y está prohibida su adquisición desde el 1 de enero de 2010.
- Estancas: en el caso de este tipo de calderas la admisión del aire y la evacuación de gases tienen lugar en una cámara cerrada, sin contacto alguno con el aire del local en que se encuentra instalada. Tienen mejor rendimiento que las calderas atmosféricas además de ser más seguras.
- Calderas con modulación automática de la llama. Este sistema minimiza los arranques y paradas de la caldera, ahorrándose energía al adecuar, en todo momento, el aporte de calor a las necesidades, mediante el control de la potencia térmica aportada (potencia de la llama).
- Calderas de Baja Temperatura: trabajan con temperaturas de retorno del agua bajas (40º – 60º) y con baja temperatura de humos (90º – 120º), contando con eficiencias superiores. Su principal aplicación es en instalaciones donde se pueda trabajar un número elevado de horas a temperaturas bajas del circuito de agua caliente.
- Calderas de condensación: recuperan parte del calor de la combustión, particularmente el calor latente del vapor de agua que se produce durante el proceso. Su temperatura óptima de operación es 30-50º C del circuito de calefacción. Otra propiedad es que emiten los humos casi fríos, a temperaturas de sólo 40- 60º. Entre las ventajas de calderas de condensación se encuentra la de que el consumo de combustible es menor y por lo tanto menores son los costes de energía. Se alcanzan ahorros 15-20% sobre el suministro de agua caliente a 80°C y ahorros del 20-30% a 60°C. En sistemas de calefacción en edificios con radiadores tradicionales se consiguen ahorros del 25-30%.